Si García de Enterría consideraba el caballo de Troya del Derecho Administrativo a la «discrecionalidad» (y encontrándose la «discrecionalidad técnica en retroceso), me atrevería a sugerir que algunos lobos con piel de cordero en el rebaño de los funcionarios públicos se han infiltrado bajo el nombramiento por libre designación.
No quiero decir ni mucho menos que todos los nombrados por libre designación sean «lobos» como tampoco son «corderos» los nombrados por concurso. Ni obtener puesto por concurso garantiza la imparcialidad ni obtenerlo por libre designación es prueba de lo contrario. Sencillamente señalo que el legislador hace mas de tres décadas implantó la vía de la libre designación para cubrir puestos de trabajo como un «cheque en blanco» para nombrar y cesar según la sintonía entre designante y designado, y se pasó del uso al abuso, sin que parezca interesar al legislador básico poner coto a los desafueros.
Viene al…
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