Existe un enrome consenso en torno al hecho de que tener ideas no es suficiente. Hay que ser capaces de implementarlas, convertirlas en innovación y obtener resultados. También es muy aceptada la visión de que los empleados conocen el día a día mucho mejor que los directivos, y pueden ser una fantástica fuente de conocimiento y creatividad para generar ideas que mejoren los procesos, la experiencia de los clientes, o incluso para crear nuevos productos o servicios.
Lo que tal vez no sea tan claro, es como crear sistemas que aprovechen el talento interno, que involucren a todas las personas de la organización, y cuyo objetivo no sea simplemente generar ideas, sino implementarlas y lograr resultados a partir de ellas. La respuesta a todo esto es la innovación de abajo hacia arriba (bottom-up innovation), que en ningún caso debe confundirse, únicamente, con establecer un sistema de recogida de ideas.
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