Del blog de Jeronimo Sanchez
Muchas veces, cuando me enfrento a tareas importantes que son especialmente difíciles o que no me gustan, tengo la tendencia a ignorarlas. Es decir, caigo en la procrastinación. Prefiero ocuparme en otras acividades supuestamente igual de importantes, pero que en realidad no lo son. Por ejemplo, prefiero reorganizar mis listas de tareas una y otra vez, o hacer algún pequeño ajuste en el diseño del blog –tareas mucho más entretenidas–, antes que revisar mi presupuesto de gastos o mejorar el posicionamiento en buscadores de mis artículos. El resultado es frustración y sentimientos negativos, porque en el fondo sé perfectamente que no estoy haciendo lo que debería.
Sin embargo, a lo largo del tiempo me he dado cuenta de que la barrera que me impide empezar y terminar esas tareas poco atractivas es alta, pero al mismo tiempo muy delgada. No importa si se trata de desconocimiento de cómo llevar a cabo la tarea, de su dificultad intrínseca, de que sea poco interesante o muy laboriosa. Al final, siempre consigo derribar la barrera inicial fácilmente, con lo que yo llamo la técnica “palomitas de maiz”.
Resto del post:
Hay veces que se ponen de moda los palabros. Tú aludes a esa técnica contra la procrastinación y yo, por mi parte, recibo uno titulado «Paco, ¡¡¡no procrastines más!!!»
Nada, como el palabro eche raíces, no habrá quien procrastine lo más mínimo
Ahí te dejo el link, Iratxe
http://www.rrhhdigital.com/editorial/108314/