De Ion Muñoa. Blog Ekoberri
«Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es”. Esta célebre frase que se le atribuye al político francés del siglo XVIII, Joseph Fouché, bien podría haberse escuchado en cualquier tertulia de actualidad política. Prácticamente todos los días se publica información sobre casos de corrupción en España y en la opinión pública se propaga el preocupante mensaje de que la corrupción es una práctica generalizada y habitual entre los responsables políticos y en las instituciones públicas en las que ejercen sus responsabilidades.
Según el último barómetro del CIS de diciembre de 2012, la corrupción y el fraude ocupan el cuarto lugar entre los principales problemas de España, sólo por detrás del paro, otros problemas económicos y la política en general. Según las personas encuestadas, la lucha contra la corrupción política debería ser el segundo objetivo de la sociedad española para los próximos cinco años, sólo precedida por la lucha contra el paro.
En principio, pudiera parecer que una conciencia social ampliamente compartida en contra de la corrupción es síntoma de salud democrática y madurez institucional. Sin embargo, cuando el mensaje compartido y socialmente extendido es que la corrupción es una práctica habitual y generalizada en nuestras instituciones y entre nuestros responsables políticos, se pueden poner en entredicho, no ya sólo las bases democráticas del sistema institucional, sino también el desarrollo económico y el bienestar de una sociedad.
Recientemente, el catedrático de economía de la Univerisdad de Deusto e investigador de Orkestra, Mikel Navarro, publicó en su blog un interesantísimo artículo http://blogs.diariovasco.com/ekonomiaren-plaza/2013/01/15/autonomia-eta-erakundeen-kalitatea-europako-erregioetan/, en el que entre otras ideas hablaba sobre la calidad de las instituciones, y citaba un estudio europeo. Se trata de un estudio que en 2010, la Dirección de la Política Regional de la Comisión Europea financió y fue realizado por un equipo de investigación de la Universidad de Ghotenburg (Suecia) bajo el título Measuring the quality of Government and Subnational variation http://ec.europa.eu/regional_policy/sources/docgener/studies/pdf/2010_government_1.pdf . El objetivo de la investigación fue conocer la calidad de las instituciones de los países de la Unión Europea, ya que según coinciden ampliamente los académicos de la materia, hay correlación entre la calidad de las instituciones de un país (o una región) y el desarrollo económico y social del mismo. Cabe resaltar asimismo, que un territorio es más competitivo cuando sus instituciones son de calidad y hay menos fraude cuando la sociedad confía en sus instituciones. En total analizaron 172 regiones de 18 países europeos, y la primera gran conclusión es que existe una notable diferencia entre la calidad de las instituciones de las regiones de un mismo estado.
La Comunidad Autónoma del País Vasco ocupa el primer puesto del ranking del Estado Español en calidad de sus instituciones, y también una de las primeras de toda la Unión Europea: el número 25 de entre 172 regiones europeas analizadas. Los propios investigadores de la universidad sueca se sorprendieron al ver la diferencia entre los valores de los indicadores de calidad de las instituciones vascas y los valores de otras regiones del Estado. Por ello, realizaron un segundo estudio cualitativo para analizar en profundidad el caso vasco: http://ec.europa.eu/regional_policy/sources/docgener/studies/pdf/2010_government_2.pdf
Post completo: http://blogs.deia.com/ekoberri/2013/02/03/la-calidad-de-las-instituciones-vascas-escudo-contra-la-corrupcion/